
Quisiera comentar acerca de como es manejar por la ciudad de Buenos Aires.
Hay que partir desde la base de que, al menos, el 80% de los conductores (o intento de ello) que pululan por las calles no saben manejar, léase; no saben las señales de tránsito en su totalidad; no respetan las normas y peatones; no tienen consideración de los riesgos y peligros que hay en los excesos y, sobre todo, tienen como característica una enorme falta de respeto por el prójimo.
Al no haber una firme y obligatoria ley, norma, exigencia, requisito o lo que sea que sea necesario cumplir para poder sacar el registro, hoy, quien tiene un auto puede manejar solo sabiendo como son los cambios y para que lado se dobla. Por experiencia propia (mi trabajo es manejar), veo miles de barbaridades en la calle. ¡Se ven cosas terribles y hasta increíbles!.
Luego de la crisis del 2001, la economía argentina fue creciendo, una muestra de ello, es como creció el parque automotor. Según la DNRPA en 2001 había entre Capital Federal y Bs. As. 5.700 millones de autos (contando todos los vehículos menos las motos). En 2008 el número fue de 7.000 millones, un 22% más en apenas 8 años. Para entender aun más este fenómeno, en 1997, había en todo el país 8.900 millones. Saquen sus cuentas. Ahora bien, no sólo creció el parque sino que también, obvio, crecieron la cantidad de conductores. Y la ecuación da, a mayor cantidad de autos, doblemente mayor la cantidad de boludos.
Solo que estos nuevos conductores, es su mayoría son jóvenes y apenas saben lo que quiere decir manejar. Hoy un pibe de 18 años recién cumplidos va a hasta cualquier municipalidad del GBA y con una pequeña cometa obtiene su carnet. Le hacen un examen visual, le preguntan si trajo el auto y listo. Así de simple, así de rápido y así inconciente.
A la gran cantidad de autos y conductores se le suma la no "actualización" de las vías de tránsito. No hay nuevas autopistas, no hay avenidas anchas y en buen estado, hay un 0 crecimiento del tránsporte público y un 0 aporte a la conciencia por la vida, en este caso, automovilistica. Pero abordar toda esta cuestión sería muy tedioso y largo. Volvamos, entonces, a lo que nos compete.
Hay más de todo, pero ¿hay calidad o sólo cantidad?. Claramente, cantidad. Con solo manejar un día por Capital y GBA uno puede armar un gran álbum de recuerdos de cómo se maneja en Argentina. Se pueden ver conductores esquivando una mansadora cola en la autopista por la banquina, autos (demasiados) pasando el semáforo en rojo, sin importar que hora sea y si hay gente que quiere cruzar la calle. Se puede conseguir una figurita díficil, pero de las buenas, en donde se puede ver como un auto en contramano -o también subido a una plazoleta- evita una cola de autos. Camiones y fletes por la mano izquierda, yendo a 20 km/h u ocupando los tres carriles de una avenida. Esta la figurita de todos los autos que estacionan en doble fila para ir a un colegio y/o cualquier lugar; no falta una en la que esta quien en medio de una calle visualiza a un amigo y para el auto en el medio para charlar. Tenemos una en la cual si uno circula por su mano en una calle y se encuentra con un par que está en contramano y quiere doblar, este lo insulta porque Ud. transita tranquilo y el hombre tiene que esperar.
Mención aparte para aquellos vehículos que circulan sin luces de noche, los que van con balizas puestas durante un lluvia y para la gran cantidad, por no decir casi todos, de los que doblan en todas las esquinas sin guiño. Sobre colectivos, taxis, motos y camiones, hay un monton más y de las peores. Como también sobre aquellos civiles que manejan solo por placer o para ir a trabajar.
El tema esta en el placer, que porque sea un deleite, encanto o goce no exime de que conlleve una gran responsabilidad... Como casi todo placer, es tal si se lo toma en dosis prudentes, responsables y necesarias. A mi me gusta el helado y me da placer, ahora bien, si me como un kilo por día (me encantaría) probablemente termine con algún problema intestinal o estomacal.
Lo mismo pasa con el manejo. A quienes les da placer manejar un domingo por las calles de la ciudad, no les interesa si van a 10 por una avenida por el medio -con la particularidad de que llevan bebés o nenes muy chicos- o muy tranquilos en una calle donde claramente hay un lugar a la derecha. A quienes les da placer ir a su trabajo en cuatro ruedas, no les interesa si el de adelante frena en un sémaforo cuando éste está apurado y llega tarde, terminando insultando o aplicando repetidos bocinazaos.
El placer de conducir es el placer de sentir un auto deslizarle por el asfalto y no sentir una batucada dentro del coche gracias a los pozos y lomos de burro. El placer esta en recorrer un camino, solo o en familia, sabiendo que todos aquellos que manejan en el mismo camino son iguales o más responsables, posibilitando así, relajarse y disfrutar.
Hay que partir desde la base de que, al menos, el 80% de los conductores (o intento de ello) que pululan por las calles no saben manejar, léase; no saben las señales de tránsito en su totalidad; no respetan las normas y peatones; no tienen consideración de los riesgos y peligros que hay en los excesos y, sobre todo, tienen como característica una enorme falta de respeto por el prójimo.
Al no haber una firme y obligatoria ley, norma, exigencia, requisito o lo que sea que sea necesario cumplir para poder sacar el registro, hoy, quien tiene un auto puede manejar solo sabiendo como son los cambios y para que lado se dobla. Por experiencia propia (mi trabajo es manejar), veo miles de barbaridades en la calle. ¡Se ven cosas terribles y hasta increíbles!.
Luego de la crisis del 2001, la economía argentina fue creciendo, una muestra de ello, es como creció el parque automotor. Según la DNRPA en 2001 había entre Capital Federal y Bs. As. 5.700 millones de autos (contando todos los vehículos menos las motos). En 2008 el número fue de 7.000 millones, un 22% más en apenas 8 años. Para entender aun más este fenómeno, en 1997, había en todo el país 8.900 millones. Saquen sus cuentas. Ahora bien, no sólo creció el parque sino que también, obvio, crecieron la cantidad de conductores. Y la ecuación da, a mayor cantidad de autos, doblemente mayor la cantidad de boludos.
Solo que estos nuevos conductores, es su mayoría son jóvenes y apenas saben lo que quiere decir manejar. Hoy un pibe de 18 años recién cumplidos va a hasta cualquier municipalidad del GBA y con una pequeña cometa obtiene su carnet. Le hacen un examen visual, le preguntan si trajo el auto y listo. Así de simple, así de rápido y así inconciente.
A la gran cantidad de autos y conductores se le suma la no "actualización" de las vías de tránsito. No hay nuevas autopistas, no hay avenidas anchas y en buen estado, hay un 0 crecimiento del tránsporte público y un 0 aporte a la conciencia por la vida, en este caso, automovilistica. Pero abordar toda esta cuestión sería muy tedioso y largo. Volvamos, entonces, a lo que nos compete.
Hay más de todo, pero ¿hay calidad o sólo cantidad?. Claramente, cantidad. Con solo manejar un día por Capital y GBA uno puede armar un gran álbum de recuerdos de cómo se maneja en Argentina. Se pueden ver conductores esquivando una mansadora cola en la autopista por la banquina, autos (demasiados) pasando el semáforo en rojo, sin importar que hora sea y si hay gente que quiere cruzar la calle. Se puede conseguir una figurita díficil, pero de las buenas, en donde se puede ver como un auto en contramano -o también subido a una plazoleta- evita una cola de autos. Camiones y fletes por la mano izquierda, yendo a 20 km/h u ocupando los tres carriles de una avenida. Esta la figurita de todos los autos que estacionan en doble fila para ir a un colegio y/o cualquier lugar; no falta una en la que esta quien en medio de una calle visualiza a un amigo y para el auto en el medio para charlar. Tenemos una en la cual si uno circula por su mano en una calle y se encuentra con un par que está en contramano y quiere doblar, este lo insulta porque Ud. transita tranquilo y el hombre tiene que esperar.
Mención aparte para aquellos vehículos que circulan sin luces de noche, los que van con balizas puestas durante un lluvia y para la gran cantidad, por no decir casi todos, de los que doblan en todas las esquinas sin guiño. Sobre colectivos, taxis, motos y camiones, hay un monton más y de las peores. Como también sobre aquellos civiles que manejan solo por placer o para ir a trabajar.
El tema esta en el placer, que porque sea un deleite, encanto o goce no exime de que conlleve una gran responsabilidad... Como casi todo placer, es tal si se lo toma en dosis prudentes, responsables y necesarias. A mi me gusta el helado y me da placer, ahora bien, si me como un kilo por día (me encantaría) probablemente termine con algún problema intestinal o estomacal.
Lo mismo pasa con el manejo. A quienes les da placer manejar un domingo por las calles de la ciudad, no les interesa si van a 10 por una avenida por el medio -con la particularidad de que llevan bebés o nenes muy chicos- o muy tranquilos en una calle donde claramente hay un lugar a la derecha. A quienes les da placer ir a su trabajo en cuatro ruedas, no les interesa si el de adelante frena en un sémaforo cuando éste está apurado y llega tarde, terminando insultando o aplicando repetidos bocinazaos.
El placer de conducir es el placer de sentir un auto deslizarle por el asfalto y no sentir una batucada dentro del coche gracias a los pozos y lomos de burro. El placer esta en recorrer un camino, solo o en familia, sabiendo que todos aquellos que manejan en el mismo camino son iguales o más responsables, posibilitando así, relajarse y disfrutar.
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