2.3.09

¡Peligro! Mesa de dulces


Sobre dos mesas largas, una corta. En un caballete camuflado con manteles; sobre carritos o barras, de la manera que sea una mesa de dulces en un casamiento/cumpleaños de 15 no dura más de 20 minutos.
La gente de amontona, corre y se desespera por agarrar un panqueque, un cono de dulce de leche, un flan, porción de torta o hasta una mínima masita. En una festividad de esa magnitud, los invitados muestran más esmero para levantarse de su silla y correr a los dulces que para bailar con el (los) agasajado(s). Si hay que bailar o participar en algún (insoportable) show de salsa, las sillas abrazan a los participes hasta que después de varios reclamos algunos ceden y cooperan con la causa. Todo lo contrario si se visualiza en el horizonte del salón alguna fondue de chocolate o un copón de frutillas con crema. Para quien organiza el evento es un momento único, para los que son invitados es un momento pesado e insoportable, en donde solo quieren que la fiesta pase rápido, que la comida sea rica y que llegue la autorización para comenzar la posta de golosinas.
En ese raid dulcero vale codazo, empujón, mano por encima de alguna cabeza, apoyadas y hasta un "¡permiso señora!, no llego". La gente se pierde y se pierden en una mesa. Todo dura minutos, escasos, si se los compara con la duración total del evento. Al final, las personas terminan rechonchos, felices y contentos; sobre todo porque la devastación de los dulces son el indicativo de que ya falta poco para irse y que sus barrigas ya tienen el azúcar necesario para subsistir. Ya bailaron o hicieron la gamba para eso; comieron, tomaron. Ya no queda nada sobre las bandejas dulceras y los manteles solo cuentan con algunas migas y manchas de dulce de leche, crema y dedos.
La mesa de dulce... ese paraíso donde 120 personas se reunen pacificamente, para celebrar un casamiento ante la atenta mirada del novio y la novia.

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