14.7.10

Fue leyenda

Cierta vez, hubo una leyenda andando por las calles de Buenos Aires. Se rumoreaba que en los potreros había una jugador que ganaba por si solo todos los partidos que su equipo jugaba. Podía jugar con diez picapiedras que el siempre iba a meter un gol más que los rivales. El muchacho era una cosa de locos, marcaba una diferencía abismal con el resto, nunca metía menos de cinco goles por partido. Gambeteaba excelente con la derecha y mejor aún con la zurda, su cabezazo era terrible. Tenía un radar en la cabeza, siempre sabía donde estaba el compañero mejor ubicado, daba pases sin mirar, saltaba como un canguro. Flotaba en el aire antes de impactar la pelota con una furia que del pelotazo podría abrir un coco en dos. Algunos contrarios no lo veían. Era tan rápido que se perdiá entre el polvo, la tierra y los botines que querían asestarle algún puntinazo en la zona del pubis (si no era ahí, otro golpe en otro lugar, no lo frenaba). El ñato era tan único, que cuando hacía más calor, corría más veloz, a algunos les podía sacar veinte metros en diez. La pelota iba pegada a sus pies, nunca la perdía, y sí rara vez lo hacía, era culpa de él más que mérito del contrario. Así todo, la recuperaba en menos de lo que canta un gallo.
La fábula cobró más fuerza el día de la final del torneo bonaerense del año 2001. Ese día el susodicho llegó tarde debido a un piquete. La furia que tenía por su demora se acrecentó cuando al llegar se enteró que su equipo iba, a falta de quince para el final, perdiendo 5 a 1. Entró a jugar así nomás como estaba vestido, ya que tiempo para ponerse los botines, claro está, no había. Su ingreso se hizo luego de que el rival marcara el quinto gol. Inmediatamente se paró frente al esférico, recibió el toque del 9, hizo un jueguito y le pegó un fierrazo que le depiló la ceja derecha al arquero. 2-5 y menos de catorce para el término del encuentro. Tardó dos minutos en recuperar la pelota, se pasó a dos y desde 35 metros soltó otro "pi-shutt", que afeitando el poco pasto que tenía la cancha, se enterró bien abajo y pinchó la red. En el tiempo que quedaba no hubo más ataques rivales, sólo se preocuparon por defender la ventaja. 
El cuarto gol fue de antología. El casi héroe de esa noche, que estaba jugando con ¡zapatillas!, hizo una pared con el 9, pasó a su marcador y de vuelta otra pared y de caño pasa a otro. Se enfrenta al arquero, le amaga para un lado y cuando el tipo se movió, ¡zas!, de caño al gol. Ya casi que rezaban para que llegue la hora. 4-5 y con 5 minutos de juego. Eran patadas, pelotazos sin sentidos, marcarlo de a 4... nada, nada lo paraba. El gol estaba al caer. Vino la última jugada, faltaba un minuto y el árbitro avisó que iba a agregar sólo uno más. 
Ahora sí, el héroe, tomó la pelota sobre el costado derecho del mediocampo. Amaga sobre Fernandez y elude a Schila con un caño... -que maestría por Dios- quedan menos de dos minutos para el final, se la lleva este glorioso jugador, encara al 3 -¿cuál es 3 Pereyra?, ya me pierdo de tantos que pasa-, el 3 no era, aaah! Punzo, Punzo queda en el piso su zancadilla no lo para se le viene de vuelta Fernandez... ¡¡¡terrible porfavormirenloquehaceestehombre!!!... con la puntita de la zurda le quiebra la cadera al rudo volante rival (a quien operan mañana de urgencia en el Santollani por hernia de disco), salen al cruce Mora y Araujo, engancha para afuera se lleva a la rastra a Mora, no lo paran señores, no lo paran, sigue el crack, Araujo ya mira sin sentido, no entiende nada, se le cuelga Mora, foul señores, ¡foul! pero sigue, Mora al piso y sólo queda el arquero, va va, no lo paran, se viene el empate y se cae el mundo se le va larga el pozo del campo le juega una mala pasada, sale Arnaudo, parece que llega, nooo, nooo nooolopuedocreer, bicicleta y se la tiró a un costado... ¡gol!... ¡golazo!... ¡¡¡GOOOLLL!!! ¡¡¡GOOOOOLLL!!!!... ¡¡¡¡¡GOOOOOOLLLLLLL!!!!... ¡¡¡¡GGGGOOOOOOOOOLLLLAAAAZZZZOOOO!!!! ¡¡¡que maravilla señores!!! ¡¡¡lo que hizo este jugador!!! ¡¡¡ ante el achique del uno, le mete una bicicleta y se la tira por un costado mientras que la fue a buscar por el otro y ya sin oposición la tocó cruzado suave al fondo de la red!!!... ¡¡¡GOLAZOOO PEREYRA!!!... ¡¡¡QUE ANIMAL DE FULBO PEREYRA!!!. ¡Empate sobre la hora y penales señores!, ¡el hombre lo hizo, llegó tarde y en quince minutos clavó cuatro goles! No se puede creer.
La leyenda también dice, que no sólo el relator/redactor oficial del torneo perdió la razón luego de semejante demostración de juego. En los penales, convirtió el último y le dió el campeonato a su equipo.
Nadie sabia de donde salió. Nunca lo fueron a ver amigos, familiares o al menos conocidos. Siempre se retiraba solo de la cancha. No hablaba más que lo necesario durante el juego. Algunos dicen que era del interior y que no sabía leer y casi hablar, otros que no era argentino, sino brasilero y por eso jugaba callado. Algunos desconfiaban hasta de su origen humano.
Cierta vez se escuchó a una señora, de unos cuarenta años, bien puesta, muy linda, una pocahontas como dicen, que desde un córner llegó a decirle a este fenónemo que sus padres estaban esperándolo en la casa. A uno le decían O Rei, al otro D1OS.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Enseñanza: SI AL matrimonio GAY.
Podes tener un hijo superpoderoso jaja

Muy bueno!

MAtias Fiorentino dijo...

Anónimo: Gracias por el comentario!... muy bueno!, jajaja!

Martin dijo...

bien, venis mejorando con el relato..
si bien creo entender cual es el mensaje que queres dejar...para mi la cagaste con el final..

Jorge Ramiro dijo...

Si bien no soy de leer mucho cuando lo hago aprovecho para hacerlo de cosas que tratan y se relacionan con deportes. De hecho que cuando estoy en casa veo con mi samsung smart tv varios programas sobre todos aquellos que hablan de futbol