—¡Maaano juez!, ¡¡¡la puta que te parió che, fue mano!!!—Yolanda escupía la melba mientras insultaba al referí.—. ¡Eeee juez, fue mano eso, sos ciego o pelotudo!
El partido entraba en sus últimos diez minutos y Villa Autopista La Plata-Buenos Aires, actuales campeones de la categoría, perdía 2 a 0 ante el local.
—¡No ves una mierda juez!— Jorguito continuaba con el despiadado ataque hacia el colegiado, que había comenzado su mujer desde la tribuna.
La pelota seguía su recorrido, le rebotó en la mano al 10, le vuelve a sus pies y saca un pase para el 3.
—¡Arbitro fue mano eso!—Yoni, delantero de los Villeros quería justicia y corría desde atras, gritandole al impertubable referí.—¡Árbitroo!.
—¡¡¡Se calla la boca señor!!!—y la tarjeta amarilla se refleja entre el ceño fruncido y enojado del defensor.
—¡Pero que me amonestá!, ¡fue mano!
—Una más y se va.
El 3 de Defensores del Monte tira harto pelotazo al aire, la pelota roza la viga del techo de lo alto que la mandó pero como no toca de lleno, el juego sigue. En el salto, el 7 de los Villeros le gana a su rival, pero el puntero de Defensores le deja de regalo un codazo en las costillas, que el referí en su recupero de distancia hacia la jugada, no ve.
—¡¡¡Aaaaa!!! grita Eze desde el piso.
—¡Siga siga!
—¡Faul árbitroo! ¡¡¡Faul!!!Yoni se encolerizaba cada vez más. Las venas del cuellos ya parecían ramas de lo gruesa que estaban.
—¡Siga el juego señor!
—¡Pero fue faul!
—¡Una más y lo echo!
La pelota le cae Yoni, que impide que despache una catarata de insultos que seguro lo enviarían a la ducha. Al darse cuenta de que tiene el balón, encara hacia el arco. Elude a dos jugadores, toca a la derecha y cuando va a recibir la pared simula una falta.
¡Prrrrriiii!. Sonó fuerte esta vez el silbato. Doble amarilla y expulsión.
—¡Noooo, hijo de puta! ¡Como lo vas a echar! ¡¡¡Puto forro hijoeputalaputaetepariooo!!!—Yolanda ya estaba dentro de la cancha. Jorguito, que también insultaba, la agarraba para que no se abalanzace hacia la humanidad del joven referee. Sabía que otro golpe asestado a un juez derivaría en otra importante quita de puntos y eso sería el adiós total al campeonato, que encima recíen llevaba dos fechas jugadas. —¡¡¡Que roja echá, eee, andá a dirigir a la concha de tu hermana!!!—Imposible frenar a Yolanda.
—¡¿Qué cobrás?!—Yoni se sorprendió.
—¡Afuera señor!
—¡Pero si fue faul!
—¡Shh! Afuera dije.
—¡No me voy loco!, era penal y faul. ¡No me voy nada!
—¡Roja señor!, se va de la cancha o le doy diez fechas. ¡Usted elije!
Un tumulto entre los jugadores hicieron que el árbitro tropezara y callera en el piso. Se levantó como pudo y con el pito colgando del labio, la roja en la mano derecha y acomodándose el pelo con la zurda gritó: —¡Roja señores! ¡Son daltónicos o ciegos!.
Ya los delegados de cada equipo habían tranquilizado la situación y luego de un pique en la mitad de la cancha, el juego se reanudó.
El partido terminó 4 a 1 para Defensores del Monte. Hubo una roja para los locales. Un penal, que esta vez si cobró el juez para los villeros. Y después del descuento, dos goles más para los Defensores del Monte.
Sonia, la mujer del joven colegiado, que fue a acompañar a su marido en su ansiado debut, observó desde un costado de la tribuna, alejada de los tumultos y de la hinchada, todo lo sucedido. Extenuado y con notorios tics de nervios debido al intenso match, el referee se acercó a Sonia en busca de algo de paz. Sonia lo miró, le secó la frente con la manga de su pulover y le preguntó: "Amor, ¿esto es fútbol?".
El partido entraba en sus últimos diez minutos y Villa Autopista La Plata-Buenos Aires, actuales campeones de la categoría, perdía 2 a 0 ante el local.
—¡No ves una mierda juez!— Jorguito continuaba con el despiadado ataque hacia el colegiado, que había comenzado su mujer desde la tribuna.
La pelota seguía su recorrido, le rebotó en la mano al 10, le vuelve a sus pies y saca un pase para el 3.
—¡Arbitro fue mano eso!—Yoni, delantero de los Villeros quería justicia y corría desde atras, gritandole al impertubable referí.—¡Árbitroo!.
—¡¡¡Se calla la boca señor!!!—y la tarjeta amarilla se refleja entre el ceño fruncido y enojado del defensor.
—¡Pero que me amonestá!, ¡fue mano!
—Una más y se va.
El 3 de Defensores del Monte tira harto pelotazo al aire, la pelota roza la viga del techo de lo alto que la mandó pero como no toca de lleno, el juego sigue. En el salto, el 7 de los Villeros le gana a su rival, pero el puntero de Defensores le deja de regalo un codazo en las costillas, que el referí en su recupero de distancia hacia la jugada, no ve.
—¡¡¡Aaaaa!!! grita Eze desde el piso.
—¡Siga siga!
—¡Faul árbitroo! ¡¡¡Faul!!!Yoni se encolerizaba cada vez más. Las venas del cuellos ya parecían ramas de lo gruesa que estaban.
—¡Siga el juego señor!
—¡Pero fue faul!
—¡Una más y lo echo!
La pelota le cae Yoni, que impide que despache una catarata de insultos que seguro lo enviarían a la ducha. Al darse cuenta de que tiene el balón, encara hacia el arco. Elude a dos jugadores, toca a la derecha y cuando va a recibir la pared simula una falta.
¡Prrrrriiii!. Sonó fuerte esta vez el silbato. Doble amarilla y expulsión.
—¡Noooo, hijo de puta! ¡Como lo vas a echar! ¡¡¡Puto forro hijoeputalaputaetepariooo!!!—Yolanda ya estaba dentro de la cancha. Jorguito, que también insultaba, la agarraba para que no se abalanzace hacia la humanidad del joven referee. Sabía que otro golpe asestado a un juez derivaría en otra importante quita de puntos y eso sería el adiós total al campeonato, que encima recíen llevaba dos fechas jugadas. —¡¡¡Que roja echá, eee, andá a dirigir a la concha de tu hermana!!!—Imposible frenar a Yolanda.
—¡¿Qué cobrás?!—Yoni se sorprendió.
—¡Afuera señor!
—¡Pero si fue faul!
—¡Shh! Afuera dije.
—¡No me voy loco!, era penal y faul. ¡No me voy nada!
—¡Roja señor!, se va de la cancha o le doy diez fechas. ¡Usted elije!
Un tumulto entre los jugadores hicieron que el árbitro tropezara y callera en el piso. Se levantó como pudo y con el pito colgando del labio, la roja en la mano derecha y acomodándose el pelo con la zurda gritó: —¡Roja señores! ¡Son daltónicos o ciegos!.
Ya los delegados de cada equipo habían tranquilizado la situación y luego de un pique en la mitad de la cancha, el juego se reanudó.
El partido terminó 4 a 1 para Defensores del Monte. Hubo una roja para los locales. Un penal, que esta vez si cobró el juez para los villeros. Y después del descuento, dos goles más para los Defensores del Monte.
Sonia, la mujer del joven colegiado, que fue a acompañar a su marido en su ansiado debut, observó desde un costado de la tribuna, alejada de los tumultos y de la hinchada, todo lo sucedido. Extenuado y con notorios tics de nervios debido al intenso match, el referee se acercó a Sonia en busca de algo de paz. Sonia lo miró, le secó la frente con la manga de su pulover y le preguntó: "Amor, ¿esto es fútbol?".
3 comentarios:
Muy bueno!
Jeje, está bueno, che! ¿Es tuyo?
Saludo!!
Gracias Polanesa por tu mensaje!. Si el cuento es autoria propia.
Espero seguir teniendote como comentarista del blog!
Saludos!
MAtias
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